La Intersección
Este es una edición que busca ofrecerte una mirada de intersección entre el conflicto, el desacuerdo Y los aprendizajes, la empatía y la confianza.
Tengo una relación rara con el conflicto. Me encanta disentir en temas de trabajo, debatir ideas hasta el cansancio. Sin embargo, cuando se trata de amigas, familia o temas más personales le escapo. Solo la idea me parece estresante.
Y creo no ser la única…
¿Por qué? ¿Qué es lo que creemos?
Hice una encuesta en redes sociales y +80% de las personas que contestaron dijeron que nos cuesta porque “No queremos salir de la conversación lastimados o enojados y/o no queremos lastimar a la otra persona”. La creencia implícita es que vemos los conflictos como una pelea, como un YO vs VOS.
Y también parte del problema es que nunca se nos enseña a tener una conversación difícil, y mucho menos a discrepar de manera productiva.
¡¿Qué es eso?!
Disentir de manera productiva requiere que ambas partes sientan que están trabajando juntas, no en contra una de la otra. Y eso, de base, requiere confianza en que existe una intención compartida.
Esta parte la termine de comprender -o mejor dicho de vivenciar - hace relativamente poco, cuando debatíamos en mi grupo de amigas sobre política - tema candente si los hay. Una de ellas pensaba bastante diferente a casi todo el resto, lo cual hizo que surgiera la pregunta de: ¿qué hace que podamos hablar de estos temas cuando tenemos pensamientos troncales tan diferentes? Algunos pensarán, bueno, llevan casi 20 años de amistad, pero en realidad, para mí lo que dijo mi amiga lo explica mejor:
“Yo confío en que todas queremos lo mismo, solo que pensamos en diferentes maneras para llegar a eso.”
Me hizo acordar a este dibujo:
En general vemos la confianza como algo que lleva años construir y un solo acto destruir. Yo no creo que sea tan así. Y leyendo el libro A Thin Book of Trust de Charles Feltman, termine de entender por qué.
¿Les interesa una perspectiva diferente sobre qué es la confianza y cómo construirla (y re-construirla)? También aplica a la (auto)confianza…
Ahora sí, quiero profundizar un poco más en por qué nos cuestan los desacuerdos y por qué necesitamos tener más!
Conflicto = pelea (?)
Enfrentar un conflicto en donde hay desacuerdos es percibido como un ataque hacia MI persona. Un “no estoy de acuerdo” rápidamente se convierte en un “no estoy de acuerdo con VOS”.
Vos = persona vs Vos = idea, comportamiento, propuesta, opinión.
¿Se ve la diferencia? 🤔
En un mundo donde estamos tan identificados con nuestras ideas y creencias - a menudo inconscientes - cualquier desacuerdo con ellas pone en jaque nuestra identidad, y eso es percibido como una gran amenaza a nuestro ego.
Estudios de imágenes cerebrales muestran que cuando una a persona se les presenta evidencia que desafía sus fuertes creencias esto activa las mismas áreas del cerebro que se activan en respuesta a una amenaza física.
Las señales nos dicen, ‘esto es un ataque hacia mí’. Ya sea directamente a nosotros, o a nuestra identidad - que es lo mismo.
La reacción instantánea - y biológica - a esto es la respuesta al estrés: lucha o huída. Un desacuerdo puede activar la agresividad, por ejemplo gritar, o decirle algo hiriente al otro - la actitud pasiva agresiva cuenta -, o puede llevarnos a retirarnos y no expresar nuestras opiniones por el deseo de evitar los conflictos.
Lo que lo hace aún más difícil…
Los seres humanos tendemos en general a:
Querer tener razón: nos libera dopamina en el cerebro, lo cual nos da mucho placer, y además reafirma lo que pensamos, es decir, evita la amenaza.
Culpar al otro: es más fácil - y menos doloroso - buscar afuera que adentro. Nos cuesta mucho asumir responsabilidad.
Querer corregir al otro: explicarle al otro por qué esta mal lo que dice o piensa. En inglés esto se conoce como ‘the righting reflex’, y en criollo sería el deseo de controlar la conversación - y a la otra persona.
Responder no sólo al contenido sino a la persona: cómo nos sentimos el uno respecto al otro. Detrás de toda conversación, hay una conversación sin palabras - pero con señales - sobre qué tipo de relación existe entre las personas.
Un dato nerd 🤓
Cuando estamos emocionalmente activados, por ejemplo en una respuesta de lucha-huida, los músculos del oido medio se cierran. Es decir, literalmente NO escuchamos lo que nos dice la otra persona.
Esto creo que explica muchas cosas… ¿no?
Por eso cuando necesitamos tener una conversación difícil, es muy importante el contexto, y si la misma escala, poder hacer las tan sagradas pausas para volver a regularnos. Saber cuándo frenar pude hacer una gran diferencia.
Un Libro (bueno, dos!)
📖Para ir mucho más en profundidad en este tema te recomiendo el libro Conflicted de Ian Leslie.
Es un libro que sostiene que -y explica cómo - aunque las discusiones parecen estar dividiéndonos, el conflicto puede unirnos si se aborda de la manera correcta.
Me gustó mucho porque esta lleno de casos reales y ejemplos concretos.
📖Para ir más a lo práctico, recomiendo el libro Resolver Conflictos con la Comunicación No Violenta de Marshall Rosenberg. Solo voy a decir que leyendo el libro tuve piel de gallina varias veces. Es cortito, como para una tarde.
La CNV es una herramienta muy poderosa que nos ayuda a recuperar de nuevo nuestra capacidad natural de escuchar(nos) con el corazón. De incorporar la empatía en la comunicación, no solo con lo demás, sino fundamentalmente con nosotros mismos. Algo que solamente leyendo los diarios (o twitter) nos damos cuenta que necesitamos urgente.
Un ejercicio práctico
De la CNV voy a tomar una práctica que ayuda a la hora de enfrentar un desacuerdo o conversación difícil, practicando la (auto)empatía.
Se trata de practicar hacernos cargo de nuestras emociones. En general tendemos a responsabilizar al otro sobre cómo nos sentimos. “Me decepcionaste” “Me pones nerviosa” “Me haces daño” “Mi jefe me estresa”. (aunque el estrés técnicamente no es una emoción)
En una conversación este tipo de frases automáticamente encienden las alarmas de ataque del otro que va a buscar defenderse (y todo lo que vimos antes sucede).
En lugar de eso, buscá reformular la frase empezando con “Me siento…..” o “Cuando haces esto, yo me siento decepcionada, nerviosa, enojada, ….”
Al principio cuesta, pero es práctica. Además, identificar y nombrar nuestras emociones hace que baje su intensidad.
Los demás no son responsables de nuestras emociones. Esto no quiere decir que no tengan responsabilidad en los hechos. Pero cada uno con su parte.
Una palabra
Si tuviera que elegir una palabra que sea el primer paso hacia conflictos productivos, que nos unan en lugar de separar, sería CURIOSIDAD. 🧐
El placer intrínseco de la sorpresa y el asombro superan el deseo de confirmar lo que pensamos o tener razón. La curiosidad mata el sesgo. Nos hace más inteligentes, más humanos - y más interesantes.
Ser curiosos, hacer preguntas, e interesarnos por cómo la otra persona llegó a esa forma de pensar convierte el conflicto en información. Mueve la conversación del qué piensa el otro al por qué.
Es una oportunidad para aprender algo nuevo y también conocer más a la otra persona. ¿Qué es lo que realmente le importa a la otra parte? ¿Cómo ven la situación? ¿Qué le preocupa? ¿Qué puedo aprender sobre su mirada?
La curiosidad es la base de la humilidad intelectual - habilidad fundamental para desarrollarnos profesionalmente y que te voy a contar más en la próxima edición especial de WorkLife Blending.
Pregunta provocadora
Nadie puede estar seguro de algo hasta considerar por qué podría estar equivocado. Pero somos malos en esto. Como vimos antes, nos aferramos nuestras opiniones incluso ante evidencia contraria. Del estilo de: ‘El hombre no llegó a la Luna.’
Si el razonamiento para encontrar ‘la verdad’ es el superpoder de la humanidad, ¿por qué todos somos tan malos en ello?
Te lo cuento en la próxima edición.
Ojo, razonar no es lo mismo que racionalizar.
Entonces, ¿por qué necesitamos más desacuerdos?
Existe el riesgo de que un conflicto escale y dañe la relación que tenemos con nuestra pareja, amigo/a o colega. La conciencia de este riesgo - tal como quedó evidenciado en la encuesta - es lo que lleva que busquemos evitar el conflicto siempre que sea posible.
Lo que solemos subestimar son los riesgos de no expresar nuestras diferencias - o no hacerlo adecuadamente.
Y nos perdemos de:
Oportunidad de aprendizaje: nos ayuda a reflexionar más profundamente sobre por qué creemos lo que creemos. Aprendemos sobre nosotros mismos.
Desafiar nuestras creencias nos da más libertad cognitiva y más empatía.
Fortalecer relaciones: las relaciones que nunca discuten a menudo se están distanciando sin darse cuenta, porque lidian con un modelo ‘desactualizado’ de la otra persona. No importa cuánto creas que los/as conozcas, las personas vamos cambiando (conflicto = información). El conflicto bien manejado nos une más con la otra persona. Así me sentí después de terminar la conversación que te conté más arriba con mis amigas.
Tener desacuerdos y conflictos productivos con alguien es un signo de confianza y respeto.
Algo nuevo puede ser creado: en lugar de querer imponer tu visión, buscá la integración (¿o la intersección?🤣). La alquimia que ocurre cuando dos miradas opuestas chocan y se transforman en algo nuevo. No siempre es posible, pero vale la pena intentarlo. Podríamos decir que incluso la creatividad y la innovación surgen de conflictos con el mundo.
Un conflicto con propósito puede llevarnos a un acto creativo. Una nueva manera de ver las cosas, una nueva idea, un nuevo insight.
El desacuerdo es fundamental para la salud de cualquier relación, desde el matrimonio hasta los negocios y la democracia. Nunca lo hemos necesitado más como sociedad.
Aún así - por si no quedo claro: disentir productivamente es difícil. Evolutivamente tampoco estamos muy equipados.
Pero lo único peor que tener conversaciones difíciles, es no tenerlas.
Te pregunto: ¿Hay alguna conversación difícil que tenes pendiente? ¿Cómo podes encararla para que sea productiva? ¿Qué podes hacer diferente? ¿Te cambio en algo la forma de ver los desacuerdos?
¡Espero que sí!
Hasta la próxima,
Lau
Me encanto la frase que la curiosidad mata el sesgo.
Se vuelve tan complicado a veces corrernos de nuestras creencias, porque finalmente bien cómo lo mencionas, es donde se arraiga nuestra identidad
Pero que importante se vuelve tener conversaciones difíciles y productivas. Y cuanta razón hay en que se basan en la confianza, doy Fe.
Gracias lau por compartir estas reflexiones!