De crisis, creatividad y mosquitos
Todas las personas hemos pasado y vamos a seguir atravesando aquello que llamamos crisis. Nos gusta etiquetarlas según el ámbito al que pertenecen: crisis profesional, de salud, de pareja, económica, social..e incluso crisis existenciales, que se han vuelto particularmente relevantes en los últimos años. No obstante, todas estas crisis nos afectan a nivel personal de una u otra manera.
A veces las crisis caen como un baldazo y otras más bien como un prisma cuyo reflejo despliega nuestra historia y nos obliga a revisar y re-evaluar lo que no está funcionando.
Crisis y oportunidad son dos palabras que solemos encontrar en la misma oración de cualquier texto o libro de autoayuda e incluso de negocios. Ahora bien. También hay una relación interesante entre las palabras crisis y creación. Suenan bastante parecidas, ¿no? Hasta crujen igual. Etimológicamente la palabra crisis deriva de la palabra griega krisis, y del verbo krinein, que significa separar y decidir (dos momentos inherentes a la creación). Hace referencia a un momento crucial y decisivo.
Invocando la simbólica y trillada imagen del ave fénix que resurge de entre las cenizas, cuando hay crisis, hay una transformación. Y para que haya transformación algo nuevo tiene que ser creado. Entonces, cuando hay crisis algo se está creando.
Es decir, una crisis es un proceso creativo.
Picasso decía que todo acto creativo es en primera instancia un gran acto de destrucción. Sin embargo, prefiero pensar en ello como una re-significación, una nueva vuelta en el espiral, donde desmontamos y volvemos a armar algo nuevo desde una perspectiva diferente.
Pero no voy a tirar brillantina espiritual sobre un proceso que podemos coincidir suele ser integralmente doloroso y angustiante - integral porque se siente físicamente a pesar de que predomine su intangibilidad. Aunque ahora que lo pienso mejor, quizás pueda servir para entender que la angustia y el dolor son como los mosquitos: pensamos que no sirven para nada, son molestos e incómodos, los queremos eliminar con todo tipo de productos y sustancias, pero su presencia cumple funciones biológicas y evolutivas necesarias para el desarrollo del ecosistema en el que vivimos; la angustia y el dolor para nuestro propio desarrollo.
Si esto aún no convence - aunque mi objetivo no es convencer sino conversar - también podemos recordar que en el bypass emocional (supresión) quedan fuera no sólo la angustia, la tristeza y el enojo sino también la alegría, el entusiasmo, el deseo, y todas aquellas emociones alejadas de la incomodidad del mosquito. Cuando elegimos suprimir nuestras emociones perdemos la voluntad de elegir, o mejor dicho, de discriminar en la elección. Para quienes les interesa profundizar en este tema, James Gross, psicólogo, profesor y experto en regulación emocional lo explica, mucho mejor que yo, en este estudio.
Retomando la idea de la crisis como proceso creativo, hay algo fundamental que ocurre en ambos que es la pérdida. Perder es dejar de tener, y no me parece casual que en este mundo materialista nos cueste tanto desprendernos de lo que nuestra mente ya rotuló como posesión. Puede ser que ésta sea una de las explicaciones psicológicas o sociológicas por las cuales nos cuesta atravesar las crisis tanto como conectar con la creatividad: hay algo que inevitablemente vamos a perder.
En esto - y en tantas otras cosas - , la naturaleza nos lleva ventaja, ella sabe perfectamente que el florecimiento es temporal, y que vendrán etapas dónde necesariamente hay que marchitarse con el objetivo de volver a crecer, siendo ésto parte del ciclo creativo vida-muerte-vida que la rige, y nos rige.
Incluso la curiosidad, motor indudable de la creatividad, supone el coraje de la pérdida. Aún en los dichos y mitos populares del estilo de ‘La curiosidad mató al gato’ ó ‘No abras la caja de pandora’, encontramos advertencias sobre cómo explorar puede cambiar nuestro mundo irremediablemente. Se caen - y hacemos caer - los velos que sirvieron para preservar el status quo, perdiendo cierta pureza o virginidad, y en eso, esta vez sin metáforas, no hay vuelta atrás.
Cuando atravesamos crisis tampoco. Y me atrevo a dar un consejo - que aunque sé que de nada sirven, puede que sea yo quien necesite recibirlo -: la curiosidad puede ser una gran herramienta para acompañarnos en esa transformación, en esa crisis. Curiosidad para encontrar nuevas respuestas preguntas.
Cambiar de respuestas es evolución, cambiar de pregunta revolución. - Jorge Wagensberg
La alternativa es mantenernos siempre en los paraísos mortíferos de la quietud. Y cualquier proceso creativo se nutre y es esencialmente movimiento. Eso es lo que garantiza que sigamos vivos, lo dice Drexler y la física (en orden de relevancia), y es la pieza de la esquina del rompecabezas - esa que cuando la encontrás marca el camino para resolverlo. Resolver en este contexto no es solucionar, como queriendo apaciguar, sino poder atravesar la crisis como el proceso creativo que es, y lograr salir verdaderamente transformados.
Y en esa transformación, van a haber mosquitos. TIENEN que haber. Es la única forma de garantizar que nos mantengamos en movimiento.